Jorge Cuña Casasbellas

 

Jorge Cuña habla de su poesía


   La poesía desempeña una función afirmativa por el lenguaje que utiliza, el desarrollo de su materia artística impregnada de múltiples significaciones, de infinitas vivencias y sentimientos; y por ser propiedad exclusiva de una minoría de consumidores y por no poder desprenderse de todo ello, pienso que el poeta debe estudiar, penetrar en el lenguaje, el ritmo, la palabra con objeto de descubrir siempre lo que oculta, lo que engaña; y desde dentro de las mismas formas artísticas, envenenarlas, convertirlas en inútiles, negarles su función afirmativa.


Se trata de llevar al límite el lenguaje provocando la explosión de sus códigos, en la confusión de caras distintas que, como vidrios quebrados en un caleidoscopio en el cual estos vidrios fueran como despojos que chocan, como emociones que colisionan, no ofrecen una forma definida sino un continuo indefinido; con las palabras en trance revelando estados de ánimo que, a su vez, se confunden en lo podríamos decir una sinergia de afectos. Se presenta como un estado agónico. Está rota la coherencia lineal en la que las palabras se convierten en fragmentos de vidrio.


Sí. No se atenta contra el lenguaje sino contra el código del lenguaje. Heidegger plantea ya la necesidad de revolucionar la lógica tradicional a la luz de la pregunta acerca de la esencia del lenguaje y, como dice, “la esencia del lenguaje está esencialmente allí donde ella acontece como poder que crea el mundo”. Pienso que este poder que crean el mundo es, para mi, la Imaginación poética, donde se produce el encuentro entra la imaginación, generadora de revelación, y el logos, el lenguaje a la luz de la esencia.