CERRADA ESTÁ LA PUERTA
Cerrada está la puerta de las fulguraciones
las paredes
horizontes calcinados
las grietas,
insectos
de cemento, engullidoras avaras
gozosas del no se sabe qué lo porvenir
que anegara
los sentidos invisibles
del aire
que inundara
de relámpagos y aves insomnes
la verdinegra maternidad de los bosques
-en su savia abisal florecer
de la sangre
en su fluir la piel y ojos oleaje
del asombro-
La mirada
estigma de la mirada ve,
ojos clavados sin volumen en el espejo,
su recóndita fuente fundida en el vidrio
a hierro
marca aprisiona agobia el mirar;
de cuerpo - brutal geminación - a cuerpo
laminado
cautivo en el cepo cristalino de lo dual,
inclemente hontanar de la insalvable distancia,
el deseo en vano arranca esquirlas
a lo que separa,
es
irreversible
ya el tiempo y es hambre perpetua
¿Dónde
rosado acoplamiento con tímida aurora?
¿Dónde
la danza
con azules exhalaciones marinas?
¿Dónde
el vivir anónimos milagros de la materia?
Milagros
hospitalarios dones anónimos milagros
silueteados
en desarraigadas figuraciones,
congelados
en recia techumbre envejecido cielo,
madera
muda
aquietada palpitación vegetal
dadora de sombreado sabroso
recogimiento
cobija lo que la mano atenta
dominadora
desterrado
a nombre
atrapado en enérgico contorno
arrebatara -lacerante desgarro -
a natura
Ronco lamento
del barro
humilde se queja el esparto
ni la escarcha
ni luz
matutina su súplica atienden
la robada de arena solar caracola
solloza huérfana
resonancia
de viva marea hundida en su garganta
arrinconado
está rosario de secos frutos a la espera
de la mano que previsora
culmine el deseo
Como una serpiente el futuro se enlaza serpiente
nupcial al árbol
macilento,
atenazado, de la vida
se anillan serpiente y serpiente pasado y futuro
y enferman lo que
fuera un día,
tal vez, plena presencia
Oscuros vientos exhumados de la memoria estampan
parásitas imágenes: escarcha
esparto
barro
espectros resurrectos: aurora
arena
bosque
en el presente emponzoñado espejo del presente
herido
de sutiles venenos, ejecución
del instante
ya perdido y su pérdida la muerte
Revive afligida adentrada en sí misma la vida
revive
y descendida por el pasar del pasado
ni veladores árboles ni plenitudes jugosas,
dulcísimos
frutos de mediodía eterno, alegran
la insondable
maternidad verdinegra de los bosques
poseída
entre yertas geométricas paredes donde
las grietas
insectos punzantes sarcasmos de cemento
humillan
la agonía de los gérmenes en que el tiempo
recrea torpemente ilusión de lo que fue infinito
y cautivo
en el hontanar de la insalvable distancia
aún aviva
el Deseo huésped de la muerte y aviva
la muerte que habitada por el Deseo es lo Inmortal